Las rabietas de los chicos

Hay padres que tienen que liar con las rabietas de los hijos, lo peor de todo es que a veces lo hacen en público, avergonzando a quienes les acompañen. Suelen comportarse de esta manera cuando no obtienen lo que desean en el instante en el que lo piden. Así que, por lo general, se puede considerar que es una forma de tratar de manipular a los adultos para que cedan a sus caprichos.

Ahora bien, esta conducta no es una ocurrencia innata de los niños, de alguna manera la aprendieron, bien sea viendo a otros chicos que logran sus cometidos con esa estrategia o porque en su ambiente familiar presencian gritos, aunque expresados algo diferentes, es decir, ven que el resto de la familia se gritan y creen que es el estilo que deben seguir.

En función de lo anterior, no solo debemos procurar modificar la actitud del infante, sino también hay que moderar la forma en la que se comunica en resto de los integrantes de la familia y allegados. Hay que ser coherente con lo que tratamos de imponer, por ejemplo, no podemos decirle a un niño que estamos hartos de sus gritos, si a su vez les alzamos la voz. Sería una instrucción totalmente contradictoria y, por ende, no nos tomarían verdaderamente en serio.

Qué hacer ante un episodio de rabieta

Lo primero que los expertos recomiendan es aislar al chico a un lugar en el que se pueda calmar, alejado de las miradas de otros y de distracciones que perturben llegar a un entendimiento.

Una vez estando solo hay que colocarse a la altura del niño, esto es agacharse o sentarse con el propósito de que la altura de nuestra cabeza quede a la altura de ellos. Con esto se procura transmitirle empatía, que no se abusará de la autoridad y que realmente se quiere resolver en buenos términos el problema. No es que tengamos que negociar con ellos, pero sí hay que adoptar una postura de respeto para que también nos responda igualmente.

Si bien, no hay que ceder a los caprichos, sí se les puede dar una explicación, pero antes hay que calmarlo. Insistir que hasta que no deje los gritos no podrán conversar, ayudarlo con algunos ejercicios de respiración, hablar firme pero como ya dijimos sin gritos, mucho menos insultos. Cuando empiece a tranquilizarse irle indicando “te sientes mejor, cierto?”, “estabas mal, pero ahora estarás mejor y me alegro por ello, lo estás logrando”. El objetivo es incitarlo a que esté bien, en condiciones de conversar.

Hay que tener mucha paciencia y aunque no siempre se logre convencer al niño, hay que mantener la estrategia, seguramente llegará el momento en el que dará buenos resultados.

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